Historia del transporte de viajeros por carretera. Evolución y procedencia etimológica de los autocares y autobuses: Desde los primeros coches de caballos, carruajes y diligencias, hasta los modernos vehículos para transporte de pasajeros por carretera de la actualidad.
Etimología de “autocar” y “autobús”
El término autocar proviene del francés «autocar». La etimología de la palabra autocar, según dice el Diccionario histórico de la lengua española, es la siguiente:
«Voz tomada probablemente del francés autocar palabra atestiguada en esta lengua al menos desde 1910 como ‘vehículo automóvil grande destinado a transportar grupos a larga distancia, excursiones, etc.’; y ésta, a su vez, del inglés ‘autocar’, formada por el tema auto y car.»
Y añade: «Se documenta por primera vez, con la variante auto-car y la acepción ‘automóvil de cuatro o seis ruedas, de transporte público o privado y con gran capacidad para el traslado de personas, que suele recorrer trayectos largos o interurbanos’, en 1912, en el artículo La ruta de los Alpes. De Niza á Évian en cinco etapas, de J. Fernández Zabala, publicado en la Gaceta de los Caminos de Hierro (Madrid). Se consigna por vez primera en el DRAE (1970). El uso de esta voz es constante hasta nuestro días desde sus primeros registros a principios del siglo XX.»
Desde comienzos del siglo XX, esta palabra se usa para designar los vehículos autopropulsados destinados al transporte colectivo interurbano o turístico. En España, el “autocar” se asocia principalmente con los servicios discrecionales y de largo recorrido. La definición del Diccionario de la lengua española de la RAE es: «Vehículo automóvil de gran capacidad concebido para el transporte de personas, que generalmente realiza largos recorridos por carretera.»
Por su parte, el término autobús según indica el Diccionario histórico de la lengua española tiene la siguiente etimología:
«Voz tomada del francés autobus, palabra atestiguada en esta lengua al menos desde 1906 como ‘vehículo automóvil grande destinado al transporte público dentro de zonas urbanizadas’; y esta, a su vez, compuesta por el francés auto y bus, sufijo de omnibus» (vocablo latino que significa “para todos”).
Y añade: «Se documenta por primera vez, con la variante autobus y la acepción ‘automóvil, generalmente de cuatro o seis ruedas, de transporte público y con gran capacidad que se emplea para el traslado de personas de un punto a otro a través de un trayecto prefijado y urbano’, en 1906, en un artículo titulado «Los ómnibus automóviles de París», publicado en La Ilustración Artística (Barcelona). Se consigna por vez primera en Cuatro mil palabras y algunas más, de uso frecuente no incluidas en el Diccionario de la Real Academia Española (1925), de Vergara Martín.»
La definición del Diccionario de la lengua española de la RAE para autobús es: «Vehículo automóvil de transporte público y trayecto fijo que se emplea habitualmente en el servicio urbano.»
Ambos términos, autocar y autobús, son, por otra parte utilizables como sinónimos, aunque, como hemos visto, cada palabra tiene un origen distinto y una definición algo diferente de uno a otro.
Los orígenes del transporte colectivo: de las diligencias al motor
De los coches de caballos y las diligencias a los modernos autobuses y autocares
Antes de la invención del motor, el transporte colectivo dependía de diligencias y coches de caballos, que recorrían rutas regulares uniendo ciudades y pueblos. Estos medios, lentos y costosos, marcaron el primer paso hacia un sistema de transporte organizado. En España, las diligencias circularon durante el siglo XIX por las principales vías, siendo fundamentales para el comercio y la comunicación.
El cambio llegó con el desarrollo del motor de combustión interna a finales del siglo XIX. En 1895, Karl Benz fabricó en Alemania el primer autobús motorizado, capaz de transportar ocho pasajeros. A partir de ese momento, surgieron los primeros servicios regulares de autobuses en Europa, revolucionando la movilidad colectiva.
En España, los primeros autobuses urbanos aparecieron en ciudades como Madrid y Barcelona a comienzos del siglo XX. Los vehículos eran importados y sufrían constantes averías debido a la falta de carreteras adecuadas. Durante los años 20 y 30, el transporte por carretera creció rápidamente y comenzaron a fabricarse vehículos en territorio nacional. En el caso de los autobuses urbanos tenían que convivir, además de con el tráfico de vehículos particulares, con tranvías y camiones que transitaban por las ciudades, lo que dificultaba la circulación e, incluso, la seguridad de los mismos.
Tras la Guerra Civil, el Estado reguló el sector mediante un sistema de concesiones administrativas para las líneas interurbanas, muchas de las cuales aún perduran. En los años 60, el auge del turismo impulsó de forma definitiva el autocar turístico, símbolo del desarrollo económico y de la apertura internacional de España. Desde entonces, el autocar ha sido sinónimo de viajes colectivos, excursiones y turismo cultural. La evolución lógica ha sido el incremento paulatino del número de autocares y de los usos que se ha dado a los mismos.
Avances tecnológicos en el sector
El sector del autocar y del autobús ha experimentado una gran transformación tecnológica en las últimas décadas. Los principales avances se centran en tres áreas: motorización, seguridad y comodidad.
– Motorización sostenible: Los motores diésel tradicionales están siendo reemplazados por motores diésel de bajo consumo y emisión muy reducida de partículas contaminantes y CO₂, también por motores eléctricos, híbridos o de hidrógeno. Los autobuses eléctricos ya operan en muchas ciudades españolas, reduciendo emisiones y ruido. En trayectos de largo recorrido, es una opción (la de motorización eléctrica) que aún debe evolucionar, tanto a nivel técnico, como logístico para que se pueda implantar. Para este tipo de recorridos de larga distancia, se investigan los biocombustibles y las pilas de hidrógeno como soluciones de futuro adicionalmente a la mejora en las soluciones de motorización eléctrica.
– Seguridad: los vehículos modernos incorporan tecnologías como el frenado automático de emergencia, control de estabilidad, aviso de cambio de carril, sensores de fatiga y cámaras de visión 360º, así como ordenadores de a bordo que controlan distintos parámetros de seguridad. La evolución de las ruedas y los neumáticos también ha sido notable en la mejora de la seguridad, complementada por sistemas de control de la presión de los neumáticos. Igualmente ha evolucionado el interior de los vehículos con medidas de seguridad como cinturones con varios puntos de anclaje, protecciones para los pasajeros en caso de impacto y el uso de materiales destinados a la mejora tanto del confort, como de la seguridad. El uso de extintores y martillos para ventanas de seguridad son otras de las medidas que se han adoptado de forma obligatoria en este tipo de vehículos, algo que no era así en otras épocas, reduciendo riesgos para la integridad de los pasajeros. Este conjunto de innovaciones han mejorado notablemente la seguridad vial, tanto para los pasajeros, como para otros usuarios de las vías.
-Comodidad y conectividad: Los interiores de los autocares actuales incluyen asientos ergonómicos, cargadores USB, WiFi, iluminación LED, climatización individual y sistemas de entretenimiento, como pantallas para emisión de películas, conexión de TV y otras utilidades garantizando una experiencia de viaje más placentera. Muchos de estos vehículos incorporan servicios como pueden ser minibar o WC, para mejorar las comodidades y el confort de los viajeros. Los autobuses, especialmente urbanos, también han incorporado medidas de seguridad y comodidad para los pasajeros, lo que les hace más confortables en los desplazamientos diarios de millones de pasajeros, especialmente en las grandes ciudades.
El futuro del autocar y del autobús
El futuro del transporte colectivo se orienta hacia la sostenibilidad y la digitalización. Las empresas incorporan sistemas de gestión de flotas basados en telemetría, GPS y análisis de datos (big data), lo que permite optimizar rutas, reducir consumo y mejorar el servicio al cliente.
La tendencia global hacia la movilidad compartida refuerza el papel del autobús y el autocar como opciones eficientes frente al vehículo privado. En un contexto de transición energética, estos medios son claves para alcanzar los objetivos de descarbonización y movilidad sostenible. También de valora la compatibilidad y coordinación con otros sistemas de transporte, como el ferrocarril, para constituir un mapa de rutas de transporte colectivo que facilite la reducción del transporte en vehículo privado y facilitar, así las políticas de sostenibilidad y de ecología que son la tendencia de la evolución futura.
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